El teletrabajo, ese gran desconocido para muchos trabajadores y muchas trabajadoras que, a raíz del estallido de la pandemia en marzo de 2020, tuvieron que implantar en sus hogares. Teniendo en cuenta que este país aún arrastra desigualdades laborales por razón de sexo (y las amas de casa siguen siendo mayoría), queremos conocer la opinión de una experta en la materia para conocer si el teletrabajo ha modificado los hábitos tanto de los hombres como de las mujeres. Se trata de Soledad Murillo, ex secretaria general de políticas de Igualdad, con demostrada experiencia en este aspecto.

Con el inicio del Estado de Alarma, muchas empresas optaron por implantar el teletrabajo. ¿Hasta qué punto ha beneficiado o perjudicado a los trabajadores y, en concreto, a las mujeres?

El teletrabajo es solo un medio de conexión con la empresa, o con la administración. Lo importante es saber qué papel tiene cada persona en el hogar, hombres, mujeres, hijos e hijas. Para quienes tienen el hogar como el lugar de descanso, o de ayuda a la responsable del hogar, el teletrabajo ha supuesto “meterse” en su habitación, o reutilizar el salón para atender los requerimientos laborales, no ha cambiado su forma de estar en el hogar, solo que se ha ahorrado el tiempo de transporte.

¿Por qué a ellas les ha perjudicado en mayor medida que a ellos? En la práctica, ¿siguen siendo ellas las menos favorecidas?

Sí, siempre están trabajando más horas. Según el último estudio de Eurostat, que mide el uso del tiempo, en España las mujeres dedican 2 horas diarias más que los hombres en tareas del hogar. Los señores se dedican a la administración, o a resolver problemas con el coche, el jardín, etc. Porque lo que hay que medir es la responsabilidad del cuidado. Yo misma hice una encuesta, donde preguntaba a varones entre 35 y 55 años en qué interfería la familia en su agenda, y la pregunta más contestada fue la tranquilidad que tenían puesto que delegaban en la familia, en la esposa y en las hijas.

¿Qué se ha echado de menos en la nueva Ley de Teletrabajo en materia de igualdad?

Creo que el teletrabajo perjudica a las mujeres, pero también creo que su forma de estar en el hogar con combinando el slogan ya lo hago yo, o bien, estoy muy cansada y nadie percibe mi esfuerzo. Implica que no hay un reparto de obligaciones en casa, lo que se ha definido la división sexual del trabajo.

Antes, los varones aportaban la renta principal y las mujeres un sueldo menor, pero con la estructura ocupacional tan precaria ya resulta tradicional y conservador este tipo de división de tareas.

Igualdad

Las familias monoparentales han sido las grandes afectadas de la crisis sanitaria. ¿Qué políticas apoyan y protegen este tipo de unidades familiares? ¿Han sido las más afectadas económicamente?

Desgraciadamente y, aún teniendo responsabilidades políticas, no conseguimos que las familias monoparentales disfrutaran de los mismos derechos, en cuanto a permisos por cuidado de hijos e hijas que debería ser el doble de tiempo que en las familias no monomarentales, esta es la nueva forma de definirlas a juzgar por el número de cabezas de familia, un 92% datos del INE recopilados en 2019. Espero que en esta nueva legislatura sea posible que se homologuen los derechos y parte de los fondos europeos que llegaran a España se utilicen para subsanar esta injusticia.

¿Cómo afectó mental y físicamente la cuarentena en aquellas mujeres que teletrabajaron con niños pequeños? ¿Cómo les afectaría un segundo confinamiento?

Como el primer confinamiento. Sin cambiar las reglas solo se agudizará la falta de exigencia en repartir el cuidado. Las mujeres creen que les corresponde a ellas y por lo tanto no tienen suficiente fuerza para impugnar su rol. No creo que el teletrabajo lo agudice, lo que se agudiza es estar encerrada en una casa con niños que no asisten a sus clases y, por lo tanto, se intensifica la dedicación a los mismos. También es cierto que hay padres que han respondido, son excepcionales y, por supuesto, hombres con un claro sentido de la corresponsabilidad. Ellos son un ejemplo del respeto por la pareja, porque no descargan en ella lo que también es su obligación: hacer los deberes, preparar cenas o salir a jugar al parque.

Uno de los últimos estudios realizados por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa revela que, a pesar de los avances conseguidos en los últimos años en materia de feminismo, siguen siendo las mujeres las que sacrifican su trabajo para cuidar a su familia. ¿Cuál es el panorama que nos espera en el futuro? ¿Cuánto tiempo vamos a tardar en salvar esa brecha de género actual?

Desigualdad

Que las mujeres exijan a sus compañeros sentimentales o maridos, que los hijos e hijas es una tarea compartida. En el Código Civil, en el año 2005 se añadió al artículo 68 la obligación de compartir las tareas, y esto se recuerda en el momento de todas las ceremonias civiles y eclesiásticas. Pero ya sabemos que la costumbre y los modelos femeninos y masculinos que se han tenido en casa, al final ganan la partida.

La pandemia ha puesto en evidencia que urge que haya corresponsabilidad con los hombres. ¿Cuál es el proceso de cambio de los roles de género en el ámbito familiar? ¿Cuál es el papel de la opinión pública en este aspecto?

La pandemia ha sido una suerte pantalla abierta donde todo el mundo se ha visto a sí mismo haciendo lo que siempre hacía en el hogar. Desde “ayudar” a “organizar” (no cuesta imaginar a quién corresponde cada verbo) La cultura familiar es la primera que normaliza esta desigualdad en el uso del tiempo. Nunca he entendido cómo se puede consentir una explotación relativa al cuidado de hijos, o de ancianos y nadie se escandaliza por ello. Si las familias lo entienden, la opinión pública lo entiende también.

También en una encuesta realizada por este Observatorio se revela que las tareas domésticas y el cuidado de los niños han sido labores asumidas en su mayoría por mujeres, mientras que los hombres se han encargado de ir a la compra. ¿Por qué cree que no se ha producido un reparto más equitativo de las tareas?

El problema no es quién va a la compra, sino quién hace la lista de la compra. El problema no es llevar al hijo al dentista, sino saber que tiene que ir al dentista, con qué periodicidad debe ir al médico, las vacunas y cualquier ejemplo de atención, como responsables no como “pinche” que va donde le dicen. ¿Por qué van a cambiar los varones, si las mujeres que están con ellos apenas protestan, y si lo hacen es sin cuestionar la división sexual del trabajo? Por qué van a perder tiempo que no sea el dedicado a pensar en su trabajo, no en vano el rol masculino también debe cambiar, todavía a un hombre se le juzga por su nómina, y por el sector en el que trabaja. Por eso son tan valientes los hombres que rompen con esas reglas y saben que su valor no esta en función de su salario, sino del modelo que quieren dar a sus hijos.

«Que las mujeres exijan a sus compañeros sentimentales o maridos,
que los
 hijos e hijas es una tarea compartida»

Algunas empresas presumen de haber permitido a sus trabajadoras la elección de un horario flexible debido a la necesidad de esa conciliación laboral. ¿Han sido suficientes los esfuerzos de los empresarios o se han vulnerado los derechos de las trabajadoras y madres?

Aún no hemos involucrado a las empresas en incentivos para los trabajadores (masculino plural). No es un asunto de las madres, porque pasada la alimentación materna. ¿por qué va a ser un asunto femenino? No hay que defender los derechos de las trabajadoras, que las mujeres se encarguen de la vida doméstica no significa que “deban” hacerlo.

 

En enero de 2020 estuve en Estocolmo en una reunión con empresarios que nos invitaron por el permiso de paternidad obligatorio que ya tenemos en España. Y allí, me sorprendió que contaban que un hombre saliera del trabajo y no tuviera prisa por regresar a casa, era tratado como un irresponsable. Mientras ni la familia, ni la sociedad reproche una conducta egoísta, y lo vea natural, no habrá cambios.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), el año pasado se registró en España el menor número de nacimientos de toda su serie histórica. ¿Hasta qué punto ha afectado esta crisis económica mundial en la brecha de género?

El promedio de natalidad en España es de 1,3 mujer por hijo. ¿Por qué somos el país con menor natalidad del mundo? (si restamos el Estado Vaticano, por razones obvias). Yo creo que responde a dos factores: Primero, porque la estructura familiar es muy tradicional, la mayoría de los hombres mayores de 50 años ha vivido en hogares con una forma de distribuir las tareas entre mujeres y hombres sumamente tradicional. Y el segundo factor, es la falta de servicios públicos gratuitos para el cuidado de niños de 0 a 2 años.

conciliacion

Lo mismo sucede con respecto al cuidado de las personas mayores que se delegan sin ningún pudor en las mujeres que forman el círculo familiar. Y con la pandemia, muchas de estas personas han vuelto a casa y su cuidado corre a cargo de ellas… otra vez.

Soledad Murillo

Soledad Murillo

Profesora de la Universidad de Salamanca. Departamento de Sociología