Una mascarilla tupida y oscura, por mucho que esconda las facciones de la cara, no consigue esconder esa sonrisa con la que Eduardo Pérez Climent nos recibe en la sede de Equipos Profesionales Cinematográficos S.A (EPC). Con el orgullo de quien lleva 30 años al frente de un negocio que lleva las iniciales de su nombre, nos enseña las diferentes estancias de su sede en Madrid, donde el presente de la tecnología más actual confluye con los equipos y las cámaras con las que se inició en el mundo del cine.

“Me gusta coleccionarlas, de vez en cuando me doy un caprichito”, admite antes de comenzar la entrevista, en la que no hacen falta las preguntas porque él mismo narra lo que podría ser el guion de su película autobiográfica.

¿Cómo surgió la empresa?

El mundo del cine estaba dominado por los americanos. Comencé a hacer prácticas, sin cobrar nada, lo que pare entonces se llamaba meritorio. Me di cuenta de que hacía falta material para hacer películas, como accesorios o los chasis de las cámaras. Yo trabajaba como técnico, ayudante de cámara, y aproveché ese vacío para llenarlo. Las primeras cámaras que compré salieron de préstamos de mis hermanas.

¿Cómo fue su primer contacto con el cine desde un punto de vista profesional?

Fue casi por casualidad. Me fui con unos amigos a una piscina y resulta que nos utilizaron de extras en la inauguración de la piscina porque estaban rodando la escena. Me daba mucha curiosidad todo lo que estuviera relacionado con cámaras y demás. Fue el detonante para buscar ese meritorio en películas con Espartaco Santoni, Paco Rabal o Marujita Díaz.

Con el desarrollo de la tecnología, muchos piensan que se acabará haciendo películas con móviles. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Me parece absurdo intentar hacer películas con móviles. Es como el que tiene un cuaderno maravilloso y cree que por eso puede hacer un buen guion. Si tienes cabeza, probablemente no te hará falta ni el lápiz ni el papel. Es una pena, pero siempre hay excepciones. En todas las fiestas del cine, como en los Goya, la mayoría de las fotografías se hacen con móviles. No es ejemplo, no se puede hacer algo serio. Existen grúas y materiales que pueden darte una calidad completamente diferente.

¿Lo digital ha restado magia a la profesión de cineasta?

Yo creo que sí. Estuve en un rodaje hace relativamente poco y cuando llegué me di cuenta de que el director ni siquiera estaba en el set de rodaje, sino que lo estaba siguiendo desde una habitación con un monitor. Se ha perdido el misterio y la profesionalidad.

Ahora puedes ver la toma en el momento y puedes rectificarla. Antes era completamente diferente: tenías que llevar una cubeta y líquido para revelar las imágenes. Antes no tenías ni idea de lo que fuera a salir delante del objetivo. Ahora un rodaje está lleno de monitores y de gente que da su opinión, aunque no sea necesaria, sobre todo los que yo llamo “usuarios” de la electrónica. Parece que cualquiera puede hacer cine y no es así, es una disciplina que hay que aprender.

¿Le costó entrar en el mundo del vídeo?

Muchísimo. Yo renegaba del vídeo y al final tuve que aceptarlo, manteniéndome firme en mis principios. Unos meses antes de comenzar la pandemia me compré una cámara de 35mm en Ámsterdam y se está usando. Aposté por lo que me parecía lo mejor, teniendo en cuenta que en España se han quitado los laboratorios de revelado y que el rodaje en ese formato es ya difícil de encontrar.

«Ese misterio y esa profesionalidad se han perdido, ahora se ve todo
en el momento. Ha desaparecido la incertidumbre»

 

 

¿Cómo valora el equipo que compra? ¿Lo elige por intuición?

En parte sí, aunque de vez en cuando cae algún caprichito. Nos guiamos por lo que nos dice el mercado y la experiencia. Según nos vaya contando las fábricas. Lógicamente hay muchas cosas que no terminas de amortizar. Entre todo, acabas compensando, pero hay cosas que no es que te equivoques, pero que te lo puede pedir de repente un día un director de fotográfica, un tipo de lente por ejemplo, y si no tienes ese producto o ese material ya no cuentan contigo. En cualquier caso, son equipos muy caros y hay que reflexionar si compensa ese desembolso o no.

EPC ha trabajado con todo tipo de equipos humanos, desde grandes producciones a pequeñas. ¿Siente predilección por alguna de ellas?

Esta es una profesión en la que debes confiar al máximo y esa confianza te la puede dar cualquier producción. Para mí el dinero no es lo importante, sino el resultado que estas productoras ofrecen a raíz de utilizar nuestros equipos. Nuestra última colaboración ha sido con El Cid y, al parecer, el resultado es extraordinario.

Eduardo Pérez Climent

¿Ve con nostalgia las películas que se hacían en la época dorada del cine español?

Antes se hacía cine muy comercial, que a mí me gusta mucho. Estamos hablando de esos grandes clásicos de Gracita Morales, Fernando Esteso o Alfredo Landa. Era cine muy desenfadado, aunque sí que había un toque sensible de ese con el que acabas echando una lágrima. Gracias a esas películas conocí a Rocío Dúrcal, una persona excelente, entre otros actores. Pero claro, eso no quiere decir que el cine de ahora no sea bueno, en absoluto. Pero es tan diferente… irreconocible.

¿Cuál diría que es uno de sus mejores recuerdos en el oficio a lo largo de estos años?

Recuerdo largas sesiones de rodaje con un importante productor rumano, un gran profesional, muy exigente. Llegó un momento en el que le dije que no trabajaría jamás con él. Era déspota y altanero, pero como técnico debo reconocer que fue un gran profesional porque se dio cuenta de lo difícil que era rodar entonces y empatizó conmigo. Al principio le gustaba rodar en 25 FPS y quería que todo fuera rápido. Lógicamente no era tan fácil como darle a un botón, había que cambiar el rollo, el objetivo… Al final, ¡acabó siendo él quien me llevaba de un lado a otro el maletín de los objetivos! 

¿Qué es lo que más le gusta del cine?

No puedo elegir algo en particular. He trabajado con personas extraordinarias y muy trabajadoras, me siento muy satisfecho con todo lo que ha sucedido hasta ahora. El cine es mi único hobby, mi vicio, y me encanta ese no parar que le caracteriza.

«Me resistí mucho a entrar en el mundo del cine»

 

¿Cómo ha sido el impacto de la pandemia en el negocio?

Poco a poco nos estamos recuperando, porque se han retomado algunos rodajes, pero, en general, ha sido nefasto. Hemos estado tres meses completamente parados. Sin ir más lejos, el día que iba a firmar un nuevo leasing, me devolvieron todo el material y los equipos a la oficina. Nos vimos en la obligación de realizar ERTE, pero nuestros empleados cobraron el total de sus sueldos durante esos meses. Es lo mínimo que podíamos hacer por nuestro equipo de profesionales.

¿Cómo afronta el futuro como profesional y como persona?

Llevo prácticamente toda la vida dedicándome a esto y así quiero que sean mis últimos días. Si me muero aquí, encantado. No tengo otra cosa que hacer, es mi única forma de entender la vida. Seguiré en la oficina, yendo a rodajes de visita… No sé salir de este ambiente y el equipo que me rodea, incluidos mis hijos, me empuja a que siga estando al pie del cañón.

¿Cuál es la filosofía de EPC?

Disponibilidad 24/7 y quien no vale, ni gratis. Es decir, quiero que la empresa se caracterice por la disposición y calidad del personal. Me siento muy afortunado de tener el personal que tengo a mi lado porque mantienen el espíritu que deseo que aprecien nuestros clientes. ¡Tenemos a los mejores técnicos!

¿Y uno de los sustos más grandes que hayan tenido?

Nos robaron un equipo de cinco cámaras, pero al final las conseguimos de nuevo. Nos las alquilaron y, al no devolvérnoslas, nos intentamos poner en contacto con esas personas, pero no había manera de hacerlo. Cuando al final dimos con ellos, nos enteramos de que habían puesto a la venta las cámaras en una página web de segunda mano. Resulta que estaban a la venta con nuestra insignia de EPC puesta, ni siquiera se habían molestado en quitarla. Cuando logramos hacerles una encerrona, pudimos rescatar tres de ellas. Las dos mejores ya las habían vendido, pero, oye, ¡algo es algo!

¿Cómo cree que trata España a su cultura?

Todo el mundo piensa que el cine está subvencionado, pero no es verdad. Cuenta con pequeñas subvenciones, pero poco más. Por eso ha sido uno de los sectores más castigados. Aquí te lo juegas a una y todos forman parte de un círculo en el que, si pierde uno, pierden todos. De todos modos, creo que tampoco debería subvencionarse todo. Hay que enseñar a trabajar para luego conseguir propósitos y, sobre todo, al trabajo a cambio de algo. Vamos, como todo en la vida. La industria cinematográfica española no sería lo mismo sin los servicios de EPC. Y no nos extraña, porque la cantidad de equipos de los que dispone en su almacén pone en evidencia que tres décadas se quedan cortas para una empresa con tanto potencial. En ella han confiado multinacionales de la talla de Panavision y Kodak ha confiado en su imagen para que el negocio de Eduardo Pérez lo represente en exclusiva en España y Portugal.

«El día que iba a firmar un nuevo leasing, me devolvieron todo

el material a la oficina»

La cantidad de material que pone a disposición de los usuarios, ya sean producciones nacionales (30 monedas, Quien a hierro mata, Legado en los huesos) o internacionales (Juego de Tronos, White Lines, The Crown) es extraordinaria y bien surtida, ya que marcas como Supertechno, Scorpio, Panther, Moviecam, Sony o Arri no faltan en su inventario. Se nota de lejos que Eduardo cuida con mimo a cada una de sus ópticas, sus lentes o sus grúas y ­que las saca partido, porque cada una de ellas encierra la historia de un equipo que lo ha dado todo por sacar un proyecto adelante y desea que eso perdure.

Independientemente de cómo le vengan dadas, el fundador de EPC sabe que es el alma de la empresa y que sin él probablemente quede un hueco por cubrir. Por eso, no cesa en su empeño de darlo todo por su negocio hasta el final porque, al fin y al cabo, ha sido y sigue siendo su vida.

Eduardo Pérez Climent

Eduardo Pérez Climent

Fundador de EPC